

Family Secrets
Episode 4 | 1h 16m 22sVideo has Closed Captions
Eguia and Costa find Baranov, but it goes badly.
Eguia and Costa find Baranov, but it goes badly. The investigation stagnates when Adela commits suicide, until Ricardo Vega appears in Santander.
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback

Family Secrets
Episode 4 | 1h 16m 22sVideo has Closed Captions
Eguia and Costa find Baranov, but it goes badly. The investigation stagnates when Adela commits suicide, until Ricardo Vega appears in Santander.
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback
How to Watch Truth (La Verdad)
Truth (La Verdad) is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.

Discover Mysteries, Romances, & More
Explore our hand-picked collections of PBS dramas to find your new favorite show. Browse our catalog of sweeping historical epics, breathtaking romantic dramas, gripping crime thrillers, cozy family shows, and so much more.Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship- [mujer] Han encontrado a Paula García.
- Eso es imposible.
Paula García está muerta.
- Paula, ¿qué haces aquí?
- [hombre] Aléjate de mi hija.
- Lidia se ha quedado conmigo y nunca lo has superado.
- Lo que dije es la verdad y tú lo sabes.
- Escribió un libro lleno de mentiras.
Acusó a tu padre de haberte matado.
- ¿Quién te lo vendió?
Dímelo, por favor.
- No, no, fue esa periodista.
- Paula García te acusó de haber estado en la casa mientras ella estaba retenida.
- Júrame que no sabías nada de eso.
- Tú sabes que no sería capaz.
- Fernando, lo que pasa entre nosotros no tiene nada que ver.
- No tiene moral.
No se lo pensó dos veces antes de acusarme, ¿por qué iba a ser distinto?
¿Por qué?
- Fernando, por favor.
- Esa niña no es fiable.
Revisad las cámaras de la zona donde ese camionero dijo que la había encontrado.
- El coche aparcó aquí y es el club de Luis Fonseca.
- Sabemos que el secuestrador llevó a la chica a un club.
- A un club que le pertenece.
- Ese degenerado llevó a mi nieta a tu club.
- Pasan cientos de chicas por ahí, ¿cómo adivinar quién era?
- Sabes que no me gusta que jueguen conmigo.
- ¿Sabes por qué Enrique McMahón no tiene enemigos?
Debo cubrirme las espaldas.
- Hay mucha gente que anda muy preocupada por ti.
Te estaré vigilando.
- ¿Sabéis cuánto ha tardado Fonseca en llamar al alcalde?
- Está claro que miente.
- No puedo darle impresión de no tener el caso bajo control.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Que si no veo resultados pronto, estáis fuera del caso.
- Ayer cuando vino Paula a comisaría, me besó.
- Esa chica está obsesionada contigo.
- Si le sigo el juego puede que confíe en mí y me acabe contando la verdad.
- ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para que confíe en ti?
- Mi padre mató a mi madre cuando yo tenía 12 años.
Y como tú, nunca más he podido confiar en nadie.
- Paula quiso hablar conmigo.
Quiso que la ayudara, y no pienso dejarla tirada.
- Esa niña te va a manipular.
- ¿Por qué no la llamas Paula?
- Porque Paula García está muerta.
- Creo que lo tengo.
Vaya, parece que no somos los únicos interesados en esa fábrica.
- Mijail Barnanov.
Fichado por la Interpol.
Puede ser el vendedor.
- Hablo con Madrid.
- Nos vamos de viaje.
- [mujer] Hola, cariño.
Soy yo, Sara, Sarita.
Me he escapado, mi amor.
- ¿Qué es esto, jefe?
[silbando] ¿Jefe?
Eh, eh, jefe, ¿eh?
- [mujer en televisión] El examen forense que le practicaron tras escapar de su cautiverio en Ruiloba, reveló que Paula García había sufrido malos tratos, pues presentaba múltiples soldaduras de antiguas fracturas óseas.
- ¿Paula García?
No me jodas.
- Paula fue obligada a prostituirse durante años, y según hemos podido saber ahora, se le practicaron un número indeterminado de abusos.
- Mira, de verdad es Sarita.
Está hecha una voz de ley.
- Su compañero, David Fernández, espera que comience la rueda de prensa donde comparecerá el director para dar explicaciones sobre la filtración del informe forense en los medios.
- Jefe, eh, Santander está arriba, ¿verdad?
- [hombre] Sí.
- ¿Está muy lejos?
- Un poquitín, sí.
- ¿Tiene botellas de estas de agua grande para el viaje?
- Sí, un momento, por favor.
- Gracias.
Hola, socio.
Rápido lo vamos a guardar.
Vale.
Eso es.
Para Madrid.
¿Tú qué?
¿Eh, Máquina?
Venga.
Hala.
A Santander.
- ¿Estás segura de que es aquí?
- Según nos han informado, Baranov trabaja y vive aquí.
Un sitio genial, ¿no?
- Mira, vamos por aquí.
Está abierta.
Deberíamos avisar a los compañeros de Madrid.
- No.
Tenemos que hablar con este tío.
Es el único que puede decirnos cómo terminó Paula en el suelo de Ruiloba.
¿Baranov?
Policía.
- ¿Hola?
¿Hay alguien ahí?
[gritos ahogados] - Policía.
Hostia puta.
Tranquilas.
Tranquilas, soy policía, las voy a sacar de aquí, ¿vale?
- Voy a pedir refuerzos.
- Suéltala, cabrón.
- Tira la pistola o la mato.
- Suéltala.
- La mato.
- Tranquilo.
- La mato.
Que la mato.
[disparos] - Alto, policía.
[disparos] - Quieto.
- Tranquilo, somos de la unidad Santander.
- Identifícate, rápido.
Bien, pasa por aquí.
- Con ellos.
- Baranov.
- Tiene a mi compañera.
Tiene a mi compañera.
- Baranov, estás rodeado.
- Suéltame.
- Cállate, joder, cállate.
- [policía] Ya, vamos.
Vamos.
- Vamos, vamos, chicos, contestad.
- Suelta a nuestra compañera.
Baranov.
Estás rodeado.
[teléfono sonando] - Suéltame, imbécil, te van a acribillar.
- Cállate, joder, cállate.
- Baranov, no hagas gilipolleces, vamos a hablar.
Suéltala.
- Ni de broma.
Esta zorra me va a ayudar a salir de aquí.
Si os quedáis quietecitos, no le pasará a nada a vuestra colega.
- Baranov, la nave está rodeada, suéltala.
Suéltala.
- ¿Es que no me habéis oído?
Si no me dejáis salir, le reventaré la cabeza.
- Suéltala.
Vamos a hablar.
- Si me vas a matar hazlo ahora, hijo de puta.
- Cállate.
[disparo] - Tu familia está preocupada.
- ¿Seguro?
- Sí.
- Pues no tendréis por qué estarlo, sé cuidarme.
Ya lo sabes.
- Sí, lo sé.
Lo que quiero es que dejes de tener miedo.
- Eso mismo dijo él, Marcos.
Dijo que no dejaría de buscarme.
Y lo cumplió.
Sé que me puedo fiar de él.
¿Tú sabes dónde está ahora?
- En Madrid.
- ¿Se ha ido a Madrid?
- Sigue con la investigación.
Paula, ¿conoces a este hombre?
- No.
- ¿Estás segura?
- Sí, no me suena de nada.
- Muy bien, creo que ya ha sido suficiente por hoy.
Ya te he dado bastante la lata, ¿no crees?
- ¿A qué ha ido Marcos a Madrid?
- A buscar al hombre de la foto.
- [mujer] Ya, tranquila, venga.
Ya ha pasado todo, cariño.
- Lo peor ya ha pasado.
Que se encargan de vosotros los sanitarios.
- [mujer] Venga, mi niña.
- Momento.
Ya pueden cerrar.
El grupo nueve de Madrid nos confundió con un... con unos clientes de Baranov que venían a por las chicas.
Y obviamente Liaison no llegó a tiempo de comunicar nuestro viaje.
- Teníamos que haber avisado nosotros.
- Mírame.
Podría haber sido peor.
- Al menos ellas se han salvado.
- Buenos días.
[teléfono sonando] - Estoy en el autobús, Sr. Lalo.
Llegaré en media hora.
- ¿Qué haces?
- Deshacerme de todo esto.
- ¿Lo has dejado definitivamente con Eva?
- Bueno, me ha puesto los cuernos con otro y lleva ya con él más de tres meses.
Ya no quiero saber nada más de ella.
- Bueno, no te agobies, es lo normal.
- ¿El que me los pusiera con otro?
- No, que no durara.
Nada es para siempre.
- Ya.
- Deberías estar contento.
- ¿Por qué?
- Vuelves a estar libre.
Piensa en todo lo nuevo que puedes hacer.
- Pues nada, tienes razón.
- Además, hoy en día, ¿quién tiene fotos en papel?
- Pues a mí me gusta.
[risas] - ¿Qué miras?
- Toni está quemando algo.
- Este niño me preocupa, está cada vez más distante.
- Es una edad difícil, pero está bien.
Me preocupa más Paula.
Pasa demasiado tiempo en casa sin hacer nada.
Tendría que estudiar y ponerse al día.
- Ya, yo también lo pienso, pero la psicóloga dijo que era demasiado pronto para llevarla al instituto.
- Estaría bien que viniese un profesor a casa.
- Ah, perfecto, me ocupo yo.
Y también hablaré con Toni.
- ¿Has hablado con tu padre?
- Ajá, ayer mismo.
¿Por?
- ¿No le notas nada raro?
- No.
¿Ha pasado algo?
- No, nada, cosas mías.
Hola, Bashir.
- Buenos días, señor.
Buenos días, señora.
- Buenos días.
- Le traigo la prensa.
- Gracias.
- ¿Va a desayunar, señora?
- Lo que voy es a vestirme.
Bashir, prepara el coche, salgo.
- Yo no quiero culparle de nada.
Dios me libre.
Pero todo se torció desde que lo llamé a usted, Sr. Lalo.
- Adela, yo siento mucho lo que está pasando.
Pero si hay algún culpable, ese es su hijo.
- Lo sé.
Lo sé.
Pero la que se ha quedado aquí soy yo.
Sin nada.
Ayer me despidieron de la conservera, después de 20 años trabajando allí.
- No es justo.
No pueden hacerla responsable de nada.
- Dígaselo a ellos.
Me miran por la calle.
Cuchichean.
Llaman y cuelgan.
¿De qué voy a vivir ahora, Sr. Lalo?
- Podría usted pedir alguna ayuda, ¿no?
Siendo viuda y habiendo muerto su hijo.
- ¿No puede buscarme algún trabajo?
Yo puedo hacer lo que sea.
Todavía estoy fuerte.
- Yo no.
Lo que sí puedo es dejarle algo de dinero.
- No quiero limosna.
¿No necesita que le limpie la casa?
¿Que le planche?
Lo que sea.
- Lo siento muchísimo.
Puedo llamar a algún amigo y quizás... - Vale.
Da igual.
Siempre perdemos los mismos, ¿verdad, Sr. Lalo?
Mi hijo hizo cosas malas, pero no fue el único.
Los demás también deberían pagar.
- ¿Quiénes son los demás?
¿De quién está hablando, Adela?
- De nadie.
Son cosas mías.
Me voy que pierdo el autobús.
- Adela, sabe que puede confiar en mí, por favor.
- Date la vuelta.
Despacio.
¿Por qué sonríes?
¿Te parezco gracioso?
Aquí solo se sonríe cuando yo lo digo.
¿Te queda claro?
Abre la boca.
Sonríe.
Más.
Muy bien.
Así me gusta.
Muy bien.
Podéis pasar.
Venga, abrimos dentro de una hora.
Ponme una copa.
- Es posible que tengamos un problema.
- ¿Es posible?
¿O tenemos un problema?
Porque yo te pago para que te asegures de las cosas.
¿Mm?
- La madre del tarado de Ruiloba estaba hablando hace un momento con Lalo Ruiz, el periodista.
- ¿Y de qué hablaban?
- No lo sé, no... no pude verles.
- ¿Tú eres tonto?
- No.
- ¿Eh?
Dime, ¿lo eres?
¿Eres tonto?
¿Eres?
Porque a mí no me gustan los tontos.
Contesta.
- No creo que la señora sepa que... que su hijo vino a vendernos a la chica.
- "No creo.
No creo.
Es posible.
No creo".
Me importa tres cojones lo que tú creas.
Vuelve allí ahora mismo y asegúrate de qué coño han hablado.
Ah, y después les quitas las ganas a esos dos de cotillear.
Venga.
- De acuerdo.
- "Es posible.
Es posible".
- El gabinete de enlace dio tarde la orden, de acuerdo, pero vuestro viaje a Madrid fue muy precipitado.
Y cuando quise estar en línea con vosotros no me contestásteis.
- Tenía una pistola apuntándome a la cabeza.
- Claro.
Tenías una pistola apuntándote a la cabeza porque entraste a fábrica a pecho descubierto sin esperar refuerzos.
Os podían haber matado nuestros propios compañeros, Costa.
- Pero no ha pasado.
- No, no ha pasado, pero a cambio nos hemos quedado sin el único testigo que teníamos.
Y de paso, le hemos cortado el operativo al Grupo 9 de Madrid.
Andrea tuvo una sesión con Paula en su casa.
Le dejó caer el nombre de Baranov.
Supongo que lo sabes.
- Sí, ella negó conocerle.
Ya.
Ya lo sé.
Ese tío era nuestra oportunidad y la he cagado, Sole.
- Pues sí, pero prefiero que el muerto sea él.
Todavía no tengo el informe de la evaluación psicológica.
¿Cómo está?
- No es lo mismo disparar en la sala que cargarte a alguien, no.
No es fácil.
- No, pero ya se lo advertí.
Veremos cómo reacciona cuando tenga que enfrentarse a declarar en el juicio oral.
Alicia, ¿y tú cómo estás?
- Bien.
Todo controlado.
Pero gracias por preguntar.
- Entonces te dijo que no lo conocía.
- Sí, pero noté algo raro.
- ¿Crees que miente?
- Sí.
- Qué novedad.
- Ya te dije.
Antes de decir la verdad, miente, pero lo hace por prevención para tantear el terreno, y solo rectifica si hay algún tipo de implicación emocional.
- Pero tú misma has dicho que esta chica controla sus emociones, ¿no?
- Ya, pero no siempre se pueden mantener los sentimientos a raya, Eguía.
De hecho, cuando supo que podías estar en peligro, reaccionó con preocupación.
- ¿A qué te refieres?
- Que le importas.
Todavía no sé las razones, pero... pero estáis conectados.
Bueno, yo ya me iba.
- ¿Estás bien?
- Sí, estoy bien.
A ver, ¿qué pasa?
¿Me queréis dejar en paz con el puto tema?
He dicho que estoy bien.
- Tenemos que hablar con Paula sobre Baranov.
Ese tío estaba conectado con las mafias de trata.
Si Paula pasó por sus manos, puede que tenga información.
- Información que la puede poner en peligro.
- A lo mejor por eso no quiere hablar.
- Qué pasada, Toni.
- La sensación cuando estás en la ola es increíble, no hay nada igual.
A ti te encantaría, tienes que probar.
- Pero mírame, ¿tengo yo pinta de surfista?
- No.
- Mira, ahí están tus amigos.
- Ey, ¿qué pasa, Toni?
Me he enterado de lo tuyo con Eva, tío, no tenía ni idea.
¿Cómo lo llevas?
- Bueno, no me lo esperaba.
Yo creía que estábamos bien.
Ha sido un paro.
- Eh, bueno, venga, arriba esos ánimos, ¿eh?
Además, tienes que pasar de ella, mira que ya sabes que son todas iguales, ¿mm?
Cuando se corra la voz de que estás otra vez solo, no nos vamos a poder quitar las tías de encima, ¿vale?
Como los viejos tiempos, ¿vale?
- Qué peligro.
Anda, pídeme algo mientras llevo la tabla al coche.
- Okay.
- ¿Vienes?
- No, te espero aquí.
- ¿Segura?
- Ajá.
- Estás con Eva, ¿verdad?
- Tú, ¿cómo lo sabes?
- ¿No irás en serio con ella?
No es tu tipo.
- O sea, ¿qué te pasa?
¿Qué estás celosa?
Si tú ya tuviste tu oportunidad.
Hay que ver la que montaste.
- Eres gilipollas, ¿pero sabes qué?
En el fondo te debo un favor por haber librado a mi hermano de esa pedorra.
Si vienes conmigo a un sitio, te la chupo.
Bájate los pantalones.
Cierra los ojos.
- [todas] Mira, mira.
- Hija de puta.
¿Qué coño hacéis con el móvil?
[murmullos] - [hombre] Grábalo, grábalo, grábalo.
Salió pillado.
- Joder.
- Eh.
- ¿Qué?
Estos teclados son una mierda, no aguantan nada.
- El que no aguanta nada soy yo.
Trátalo con cuidado que lo vas a destrozar.
- Pues lo hace queriendo.
Obsolescencia programada se llama.
Te meten en la rueda de comprar, tirar, comprar, tirar, ¿te lo tengo que explicar?
- Mejor se lo explicas a tu madre, pero como me jodas el ordenador, me lo pagas.
- ¿Qué hace ella aquí?
- Supongo que quiere hablar conmigo del artículo que ha salido hoy.
- Pero nosotros no tenemos nada que hablar con eso.
- De cierta manera sí.
Pero ya lo he solucionado.
O por lo menos eso es lo que le voy a contar.
Buenos días.
- Serán para ti.
[teléfono sonando] - Te escucho.
¿Estás seguro de eso?
De acuerdo, hago un par de llamadas, gracias.
- Pues usted dirá, Sra.
McMahón.
- Nos conocemos desde niños, ¿por qué me llamas como a mi madre?
- Tienes razón, Lidia, disculpa.
Simplemente me había parecido lo más correcto.
- ¿Lo más correcto, Ramiro?
¿No te parece que hubiera sido darnos un poco... un poco más de tregua con todo lo que nos ha pasado?
¿He de recordarte que mi familia es principal accionista de este periódico?
- Lo tengo muy claro, Lidia.
Precisamente por eso el trato ha sido siempre exquisito.
No creo que podáis tener queja.
- ¿Ah, no?
¿Entonces qué significa esto?
- Publicado en un periódico que no es el nuestro y que pertenece a otro grupo.
- Sí, pero que os ha nombrado como principal fuente.
- Eso es cierto, y de eso me gustaría hablarte.
Me ha traicionado Izquierdo.
Que, paradójicamente, era mi mano derecha.
Les vendió esta información y lo he despedido.
- Yo creía que había sido Lalo el... - No, Lalo no ha tenido nada que ver.
Lalo ha aprendido, Lidia.
Ha escarmentado y no quiere seguir metiendo el dedo en la llaga.
- Soy yo.
¿Tienes acceso a las cuentas de Bahía Project?
Okey.
Te llamo en dos minutos.
- Mira, me da igual quién haya sido, el caso es que nuevamente mi hija ha quedado expuesta.
- ¿Y qué se supone que debo hacer yo?
- Pues no sé, algo, eres mi amigo, ¿no?
Algo se puede hacer.
- ¿Quieres mi opinión?
- Lo que quiero son soluciones, Ramiro.
- Pues toma el control de la noticia y haz que deje de serlo.
- ¿Qué lees?
- Nada.
Las esquelas.
- ¿Esquelas?
- Si no te enteras de quién ha muerto en la ciudad, es como si tú fueras el muerto.
- No me lo creo.
- Esta es una ciudad pequeña y la gente tiene sus manías, ¿qué quieres?
- ¿Y esto qué es?
- Ah, esto es el servicio para la cena del cumpleaños de tu abuela.
¿No te acuerdas?
- No.
- Aunque ya no está, siempre lo celebramos.
Seguro que de esto sí que te acuerdas, ya verás.
¿Eh?
¿A que sí?
Mira.
- Ya está Rosario dándote la chapa con lo de la abuela, ¿no?
- Ay, tú calla.
Se te rompió uno y estuviste una semana sin hablar.
Casi no lo celebramos del disgusto que tenías.
- De eso me acuerdo hasta yo.
- ¿No te acuerdas?
- Sí, creo que sí.
- Rosario.
- Te acompaño.
- No, no hace falta.
Gracias.
Hablamos.
- Lidia.
- Por favor, Lalo, si es por lo de la entrevista de Paula, mi respuesta sigue siendo la misma: No.
- No se trata de Paula, se trata de tu marido.
Se ha metido en un lío.
- ¿En serio?
- En serio.
El nuevo gobierno que se ha formado está revisando los expedientes de contratación, Lidia, y está tirando de la manta.
- ¿A qué me estás contando?
- Te estoy contando que puede que Fernando haya concedido trato de favor a ciertas empresas a cambio de ciertas cantidades.
Y parece que hay pruebas.
- Ah, ¿parece?
- Sí, parece.
Lidia, no puedo revelarte mis fuentes, pero hay detalles... No es humo, ¿vale?
- ¿Vuelves a acusar a Fernando?
¿No tuviste suficiente con todo lo que nos hiciste?
- No, te lo estoy advirtiendo precisamente para que lo detengas antes de que os estalle en la cara.
Escúchame, por favor.
Lo que le pase a Fernando me da igual y lo sabes, pero tú y la niña, es diferente y también lo sabes.
- Lalo, basta ya.
Sigues obsesionado por algo que no es verdad.
Basta, por favor.
- Escúchame, los señores no están en casa y yo no sé si debería dejarles hablar con la niña.
- Gracias.
Rosario, ya se lo hemos explicado.
Serán solo unas preguntas rutinarias.
Además, ya nos conoce.
- No, pero... - Y le digo una cosa, de ninguna manera queremos hacer sufrir a Paula.
Mírela.
Mírela usted misma ahí con mi compañero.
- Mijail Baranov.
Sé que le dijiste a Andrea que no le conocías.
- Y no lo conozco.
- Pues él a ti sí.
- Es posible, ya te dije que pasaban muchos hombres.
- Este no es uno más.
Sabemos que vendía chicas y que estaba conectado con las mafias.
- Ya os dije todo lo que sabía.
- Él nunca más volverá a hacerte daño.
- ¿Está muerto?
[suspiro] - Todo se complicó.
- ¿Le has matado?
¿Y era tu primera vez?
Hiciste lo que tenías que hacer.
Gracias.
- [grabadora] Tiene un mensaje guardado.
- [Sara] Hola, cariño.
Soy yo, Sara, Sarita.
Ahora no puedo hablar, pero te lo tenía que decir.
Me he escapado, mi amor.
Lo he conseguido.
Te quiero, te quiero.
- [grabadora] Fin del mensaje.
- [hombre 2] Para, para.
Venga, vamos, una selfie.
Venga.
[todos] Epa.
- Quita, quita, coño.
- Vamos, venga.
Una selfie, ¿va?
Con el coche aquí detrás.
- Venga.
- Para el viaje.
- Eh, ¿la hago yo?
¿Queréis?
Hombre sí, va a ser mejor.
Pero ahí no, que es muy feo.
Poneros... Poneros con ese fondo, con las montañitas, con las casitas.
Ahí, ahí.
Más, más al fondo, más al fondo.
Ahí quietos, a ver.
Un poquito más a la izquierda.
Ahí, un poquito más al fondo.
Vale, venga, decid pis, ¿eh?
Venga, pis.
Pis.
- [hombre] Eh, cabrón.
- [hombre 2] Abre, abre.
- Vale, vale, vale.
- Cabrón.
- Sí, un momentito, momento.
Que sí.
Un momentito, ahora.
- Abre, eh.
- Un momentito.
He dicho un momentito.
Momentito.
Así, mucho mejor.
Un momentito, ¿eh?
[teléfono sonando] - ¿Diga?
¿Hola?
- [todos] Eh, eh, eh.
Cabrón.
Eh.
- [Alicia] Gracias, Rosario.
- Hasta luego.
- ¿Qué piensas?
- Pues aunque no lo diga abiertamente, yo creo que Paula conocía al ruso.
- Ya, yo también lo creo, pero no tenemos confirmación.
Si Baranov fue el tipo que la vendió a Andrés Herrera, pero Paula no termina de contarnos nada, solo nos queda una persona que nos puede confirmar ese contacto.
- ¿Adela?
- Adela.
[teléfono sonando] - ¿Dígame?
¿Hola?
Mire, ya estoy harta de estas bromas.
Yo no he hecho nada.
Voy a colgar.
- ¿Señora Adela?
- Sí, sí, sí, soy yo.
¿Quién es?
- Soy un amigo de Lalo.
Lalo Ruiz.
Hoy ha estado usted con él.
- Ah, sí, sí, soy yo.
¿Tiene un trabajo para mí?
- ¿Un trabajo?
- Sí, me despidieron ayer.
El Sr. Lalo dijo que me ayudaría.
Me llama por eso, ¿verdad?
- Sí, sí, sí, le llamo por eso, pero antes me gustaría confirmar algo con usted.
¿Es verdad que es usted la madre del secuestrador de la nieta del banquero?
- Sí, pero yo no tengo nada que ver con eso.
- ¿No se le cae la cara de vergüenza de andar pidiendo trabajo siendo la madre de ese cabronazo?
Sería mejor que dejara de hablar de él, señora.
- Era mi hijo.
- Era un pervertido.
- Él no era así.
Estaba enfermo.
- Uno es así desde que nace, señora.
Eso se lleva dentro, y usted le llevaba en sus entrañas y le trajo a este mundo.
- Cállese, por favor.
- Y lo que es peor... - No siga.
- Consintió que violara a esa pobre chica en su propia casa.
- Cállese.
Cállese.
Cállese.
- ¿De verdad se puede vivir con ese peso sobre sus hombros?
¿Señora?
- Cállese.
- [Alicia] Adela, somos los inspectores.
- ¿Adela?
- ¿Adela?
- ¿Adela?
Adela.
Costa.
Costa.
Llama a una ambulancia.
- Mandarme una ambulancia a la casa de la madre de Andrés Herrera.
Cagando hostias.
- Ayúdame a bajarla.
Ayúdame.
Ayúdame, coño.
- Suéltala, Eguía.
Suéltala.
Está muerta.
Está muerta, suéltala.
- Joder.
Joder.
- Pensé que si no lo cogía podríamos perder una pista importante.
- Ana, haz hecho lo que tenías que hacer.
No te agobies.
- Vale.
- Hasta luego.
- Hola.
- Acabo de enterarme de lo que ha pasado.
¿Cómo estás?
- [suspiro] - Bien.
Cuando llegamos ya no había nada que hacer.
Están levantando el cadáver.
Supongo que... que ahora le practicarán la autopsia.
- Pobre mujer.
- ¿Cómo ha ido la sesión de valoración con Eguía?
- A ver, creo que es más fuerte de lo que parece, pero sí, está tocado.
Y más después de lo de Adela.
- Sí, ya lo sabía.
Laguna tenía razón.
Hace falta estómago.
- No hay noticias.
No he podido saber desde dónde se hizo la llamada.
No hay señal.
- Bien.
Una llamada que respondió Ana del teléfono de Andrés.
- El teléfono es de un tal Luis Rodríguez, de Zamora.
He intentado localizarle, pero nada.
Sus padres me han dicho que ha ido a hacer montañismo con unos amigos.
- ¿Le has investigado?
- Ajá.
Ninguna multa de tráfico.
Y nunca antes había llamado al número de Andrés.
Vamos, si yo creo que está claro que se equivocó y colgó.
Bueno, yo los dejo.
- Y no me mires así, yo tampoco... - ¿Qué coño hacía Ana contestando el teléfono de Andrés Herrera?
Ese teléfono es una prueba.
- No es lo que piensas.
- ¿Ah, no?
- No.
- No me jodas, Costa.
Llevas todo el día hablando de mí ¿y resulta que eres incapaz de contarme esto?
- Creo que hoy ha sido un día muy duro y estamos muy cansados.
- ¿Muy cansados?
- Sí.
- ¿Y tú qué te piensas?
¿Que soy gilipollas o qué?
Esta mañana desde que has entrado ha sido derechita al despacho de Laguna.
Luego te has pasado el día cuchicheando con Andrea.
- Oye, Marcos, tío... - Que me dejes, coño.
¿Qué quieres oír, Costa?
¿Qué es lo que quieres oír?
¿Que estoy mal?
¿Eso es lo que quieres oír?
Pues no, estoy de puta madre, a ver si te enteras ya.
Coño.
Hice lo que tenía que hacer.
¿Qué?
- No te quejes, no es nada.
- Casi me mata el cabrón.
- Bueno, la gente va a lo suyo sin importarle una mierda los demás.
- ¿Pero tú te crees que esto me lo ha hecho un conductor despistado?
- ¿Tú no?
- Pues claro que no.
Nadie echa a nadie de la carretera así como así.
Lo que quieren es cerrarme la boca.
- Pero si ya la tienes cerrada.
- Fernando García no quiere que indague.
- Las cosas van por otro lado, Lalo.
Esto es una historia de prostitución infantil.
Es así de triste.
- Permíteme dudarlo.
- Pues no lo dudes.
Ayer Eguía se cargó a un tipo en Madrid en un operativo relacionado con el caso de Paula.
- ¿Eguía?
No me jodas.
¿Y qué hacía en Madrid?
- Bueno, eso ya no puedo contártelo.
Pobre Eguía.
Lleva unos días cojonudos.
Esta tarde lo de la madre de... de Andrés Herrera, la que se ha suicidado, pues también se lo ha encontrado Eguía.
- ¿Adela se ha suicidado?
- ¿No lo sabías?
Se ha ahorcado en su casa.
- Yo he hablado con ella esta misma mañana.
La habían echado del trabajo y vino a pedirme ayudar.
Joder, no me lo puedo creer.
- Bueno, no tenías por qué saberlo, Lalo.
Esa mujer lo estaba pasando muy mal.
- Y yo debería haberme dado cuenta.
- ¿Así que Paula García McMahón?
No, no me jodas.
[teléfono sonando] - Cógelo.
Seguramente serán del mercado por la compra de la cena.
Diles que luego les llamo.
- ¿Sí?
- [Ricardo] ¿Sara?
¿Sarita, eres tú?
- Hola, mamá.
[ríe] - ¿Sabes quién soy?
- ¿Cómo has conseguido este teléfono?
- Fácil.
Sales en los periódicos, niña.
- ¿Estás con Teresa?
¿Está contigo?
- Escúchame.
Chula, tenemos que hablar.
Tengo muchas cosas que contarte.
Te quiero en el embarcadero, en el transbordador.
- Tengo que colgar.
- En una hora.
- ¿Qué quería tu madre?
- Que vaya al centro porque me quiere comprar un vestido para la cena.
- Le diré a Bashir que te lleve.
- No.
Me ha dicho que me pidas mejor un taxi.
Voy a ponerme los zapatos.
- ¿Policía?
- Creo que puedo ayudarte con eso.
- No hace falta, Ana.
Gracias.
- ¿No te fías de mí?
- Yo no he dicho eso.
- Escucha, dejé mi coche a Lalo Ruiz, pero nada más.
Lo conozco desde hace mucho tiempo y... - Ana, nadie te ha pedido explicaciones.
Déjalo estar, ¿vale?
- Yo también maté a un hombre hace cinco años.
Y no hay un solo día que no piense en ello.
Sé que fuisteis a hacer unas preguntas a Luis Fonseca.
Llevo bastante tiempo investigando casos de chicas que luego no prosperan.
Y te digo que si esa chica estuvo en su club, él lo sabía.
- ¿Crees que la conocía?
- Ajá.
Nada de lo que sucede en sus negocios se pasa por alto.
- Exactamente eso dijo él.
- Claro.
Si dijo que no sabía nada de Paula.
Mintió.
- Eguía, tenemos que ir al embarcadero.
- Ramiro, ¿conoces a Mauro Gil?
- Lo difícil es encontrar a alguien que no lo conozca.
¿Y tú desde cuándo estás en la sección de política?
- Los pactos de gobiernos que son suculentos.
Háblame de él.
- Ambicioso, correcto, conservador, pero sin demasiados prejuicios.
Y sobre todo, muy rico.
- ¿Y viene de familia?
- No que yo sepa.
Mira, este es.
Este.
Su ascenso en la política tiene una relación directa con su incremento patrimonial.
- Qué novedad.
- Pero nunca se le ha podido demostrar nada ilegal.
- Otra novedad.
- Todos sus negocios están limpios como sus trajes.
Un hijo impecable de esta tierra, ya sabes.
- Ya sé, sí.
Y también sé con quién hace negocios.
- ¿Qué hace el hermano de Paula cuchicheando el teléfono?
- Ni idea, pero nos ha venido de puta madre.
Mira, parece que viene por ahí.
- ¿Vamos?
- Espera.
- ¿Qué pasa, chula?
¿Me has traído un regalito?
- Yo no tengo dinero, Ricardo.
- Ya, pero tu nuevo papi sí, ¿no?
Ellos tienen mucha lana.
¿Mm?
¿No qué?
- ¿Por qué no has salido con mi hermana?
¿Y por qué tienes su móvil?
Los mensajes eran para ella.
- Sígueme, anda, que no quiero que nos vean aquí parados.
Dame la mano.
Dame la mano, coño.
Joder.
Tu hermana es una hija 'e puta igual que tú.
En dos años creo que vino a verme... ¿Yo qué sé?
¿Una vez?
Una puta vez, ¿te lo puedes creer?
Con todo lo que yo he hecho por ella, coño.
Si es la hostia.
Y a pesar de eso la sigo queriendo, ¿eh?
Es que soy muy tonto, coño.
Muy tonto.
- ¿Dónde está Teresa?
- Pues en un putío, ¿dónde va a estar?
Cuando me des el dinerito iré para allá a buscarla, y bueno, por lo que pidan por ella, que tampoco creo que sea mucho la verdad, ¿eh?
Porque tu hermana ya no vale nada.
En fin, que espero tu llamada, ¿eh?
¿Eh?
Cuando antes me des el dinero, antes la sacamos de esa pocilga.
- Paula.
- ¿Pero qué mierda hacéis aquí?
Lo habéis estropeado todo.
- Hijo de la gran puta.
¿Estás bien?
¿Dónde está Paula?
- Ha subido a la Pedreñera.
Acompáñala a casa, a ti te hará caso.
Yo te recojo allí, ¿sí?
- Dime quién era ese hombre, Paula.
Sabemos que te ha llamado por teléfono.
Y también sabemos que te ha llamado Sara.
¿Por qué?
- Las putas tenemos muchos nombres.
- ¿Era un antiguo cliente?
¿Qué quería?
- Follarme, ¿qué iba a querer?
Como todos.
Es de esos tíos que se obsesionan.
Y ahora que salgo en los periódicos, pues más.
Es que no sé cómo me ha encontrado.
- Ya, Paula, pero no tenías por qué quedar con él.
¿Por qué no me llamaste?
- ¿Has soñado alguna vez con que tu vida cambie por completo?
- Alguna vez.
- Durante mucho tiempo, mi único sueño era estar muerta.
Y ahora por fin he logrado encontrar a mi familia.
Y de pronto, todo con lo que no podía ni soñar se ha convertido en una realidad.
Mi familia es perfecta.
¿Qué más puedo pedir?
- No tener miedo, Paula.
No tengas miedo.
Sé que el encuentro con ese hombre te ha removido muchas cosas, Paula.
Dime quién es.
- Nadie.
- Paula, estabas hablando con él, le conoces perfectamente.
Dime quién es.
¿Está relacionado con Baranov?
- ¿Baranov?
Ese tío iba a terminar muerto antes o después.
No te sientas mal por él.
- Entonces le conocías.
¿Fue él quién te vendió a Andrés Herrera?
- Creía que había pasado por lo más difícil, ¿sabes?
Pero me equivocaba.
- No te equivocabas, Paula.
- Ahora tengo que sobrevivir aquí.
¿Estás enfadado conmigo?
- No.
¿Por qué iba a estarlo?
- Porque crees que te miento en todo.
- ¿Y no me mientes en todo?
- No.
- Mira, Paula, ¿tú qué te crees?
¿Que yo soy tonto?
- Para el coche.
Para el coche, por favor.
Que pares el coche.
- ¿Qué?
Paula.
- No te enfades.
- Ya he aparcado el coche, ¿qué querías decirme?
- Tienes que darme tiempo, Marcos.
- Pero si ya te di todo el tiempo del mundo, Paula.
Pero tienes que contarme la verdad.
Sobre ti, sobre Baranov, sobre todo.
- Pero si al único al que le contaría todo es a ti, ¿no te das cuenta?
- Pues entonces hazlo.
- Lo haré.
Estoy segura que lo haré.
Pronto.
- Tengo que llevarte a casa.
Tus padres estarán preocupados.
Y Costa ni te cuento.
- Paula, hija, ¿otra vez?
Estábamos asustados.
- Lo siento.
- ¿Cómo estás, hija?
- Bien.
- Vámonos, anda.
Vámonos.
- ¿Qué ha pasado?
- [Eguía] Por suerte, nada.
- Quiero hablar con la comisaria Laguna.
- Está reunida.
Tendrán que esperar.
¿Porque ustedes son...?
- Garrido.
Grupo 9 de Madrid.
Él es Muñoz.
- Comisaria, ellos son los inspectores Garrido y... - Garrido y Muñoz, Grupo 9.
¿Me quiere decir qué coño hacían sus hombres en nuestro operativo, comisaria?
- Lo primero, cálmese, inspector.
Y suban, hablamos en mi despacho.
- ¿Qué coño hacen estos aquí?
- Siéntense, por favor.
Pues, ustedes dirán.
- El trabajo de tres años a tomar por el culo, comisaria.
- Mandamos una comunicación desde aquí informándoles de la presencia de dos de nuestros inspectores en Madrid.
- Déjese de hostias, ¿qué cojones hacían esos dos novatos en mi operativo?
- Si usted no recibió el comunicado tienen un problema.
Ha sido un desgraciado incidente.
- ¿Ah?
¿Cree que todo ha sido un problema de comunicación interna?
- Comisaria, déjenos.
- Eguía, por favor, no.
- Ya estaba tardando.
¿Tú qué pasa?
¿Que tienes por costumbre aparecer donde no pintas una mierda?
- ¿Tú de qué vas?
- Tú lo que eres es un chulo.
Venís aquí los dos pensando que sois la hostia.
- La comisaria ni nadie tiene derecho a meterse en mi operativo.
- Hagan el favor de callarse, inspectores.
- Soy de Madrid, de Madrid, de Madrid.
- No voy a tolerar este comportamiento en mi comisaría, Inspector Garrido.
Lamento lo ocurrido.
- ¿Que lo lamenta?
¿Quiere que le diga lo que ha supuesto los tres años de investigación de la red de Baranov?
Uno de mis hombres ha muerto.
Y el otro está desaparecido, y todo por culpa de estos dos.
- No me jodas.
Entrasteis a la nave a tiros.
Fuisteis vosotros los que la cagasteis.
- ¿Qué has dicho?
- Lo que has oído.
- Está diciendo la verdad.
Casi me matan por vuestra culpa.
Así que si habéis venido aquí a echarnos vuestra mierda, creo que os habéis equivocado.
- Muy bien.
¿O sea que les defiende?
Voy a hacer un escrito sobre todo lo que ha ocurrido hoy aquí.
- Haga lo que tenga que hacer.
Nosotros también redactaremos un informe.
- Rodarán cabezas.
Empezando por la suya, comisaria.
- Eso no lo decide usted.
- Pasa.
Eh.
La salida no es por ahí.
- Es por aquí.
- ¿Quién es el paleto ahora?
- Me voy a encargar de que paséis una buena temporada poniendo sellos.
- ¿Ah, sí?
Vete a tomar por el culo.
- Como me pones cuando te enfadas, cariño.
- No vuelvas a tocar a mi compañera, te reviento.
- Mira cómo tiemblo, gilipollas.
- ¿Mm?
¿Sí?
- A tener huevos.
Venga, empújame.
- Tengo huevos para matar a ese cabrón, así que no me pongas a prueba.
- Eguía, suéltalo ya.
- Vámonos a una comisaría de verdad.
Lo que faltaba, geranios colgados.
- Hasta luego.
- Rosario dice que si vas a seguir aquí fuera, mejor que tomes algo caliente.
- Gracias.
- Lo siento mucho.
Escuché a esa policía hablando del ruso y de las mafias y me dio miedo.
Pensé que estabas en peligro.
- No pasa nada, olvídalo.
- No, en serio.
Igual no tenía que haber llamado a la policía, pero no quiero que te pase nada malo.
Ya la has pasado bastante mal.
- Gracias.
Eres un cielo.
Pero la próxima vez no escuches mis conversaciones.
Y antes de decirle nada a nadie, avísame.
- Perdona.
- No pasa nada, pero no te confundas.
- Gracias, Ana.
- ¿Paula no ha bajado?
- Está en su cuarto arreglándose.
- Voy a ver.
- Eh, mejor que la dejes tranquila, ¿no?
- Voy a ver.
[timbre] - Toni, será el abuelo.
Abre, por favor.
- Me has asustado.
- Lo siento.
Tu madre estaba preocupada porque tardabas.
- Es que me estaba terminando de arreglar.
- Estás muy guapa.
A tu abuelo le va a encantar.
- Gracias.
[teléfono sonando] - [Eguía] ¿Qué razón tendría un padre para matar a su hija?
- Vaya, veo que lo ha leído entero, inspector.
- Sí, y no me ha gustado.
El final no aclara nada.
- Si lo hiciera, no sería un libro, sería una sentencia judicial, ¿no cree?
- Oye, no sabía que Lidia McMahón tenía un pasado salvaje.
- Sí.
¿Quién lo diría?
- Cuando llegaste a comisaría me contaron que Lidia McMahón le había puesto los cuernos a su marido con un periodista, decían.
Pero vete tú a saber.
- Hay veces que la gente habla por hablar, inspector.
- Sobre todo los sitios pequeños.
- Pueblo pequeño, infierno grande.
¿No es eso lo que dicen?
- Eso dicen.
- Señor, esperamos que la tengas en tu gloria, y la guardes y cuides hasta que nos reunamos con ella en el cielo.
Y te damos las gracias por tener a Paula otra vez con nosotros, porque es sin duda, lo más valioso que tenemos, es nuestra familia.
Amén.
- Amén.
- Ah, y una cosa más, hija.
Dentro de dos días es tu cumpleaños.
Durante nueve largos años no hemos podido celebrarlo.
Y tu abuela tenía una ilusión.
Le hubiera gustado regalarte esto, y que lo lucieras en tu cumpleaños.
Era suyo y le tenía mucho cariño.
Le prometí que si un día volvías, yo te lo daría.
Y nada me hace más ilusión que poder cumplir esta promesa, hija.
Bueno, y ahora a comer, ¿eh?
Ana, por favor.
- [Lalo] El secreto mejor guardado conlleva el irremediable deseo de ser el aireado.
Que nuestras luces devoren a nuestras sombras.
Dejar de sentir vergüenza, pudor o inhibición por aquello que sentimos, hicimos o dijimos.
Liberarnos al fin del saco de los remordimientos.
Y sin embargo, todos estamos hechos de esa materia que nos empuja a ocultar partes de nuestra vida.
La impureza que encerramos para siempre en nuestro interior con la perversa intención de permanecer intactos en nuestros exterior, y seguir adelante con nuestras vidas, que suponemos felices, aunque infantilmente irreales.
- Dios.
- Sara.
- ¿Qué estamos jugando, Sarita?
¿Mm?
¿Qué te pensabas?
¿Eh?
¿Que por mandarme a la madre no iba a volver?
Quiero la guita y la quiero ya.
Y si no, lo largo todo.
Quién eres.
De dónde vienes y lo puta y lo cerda que eres.
Y como me hagas volver... Como me hagas volver, te paso al otro barrio, ¿me oyes?
Luego voy a por tu hermana.
¿Estamos o no estamos?
- Sí.
- Ahora dame un besito.
Dame un besito.
Dame un besito.
3,000 pavos.
[sollozos] - Teresa.
- [Costa] ¿Crees que Paula nos contó la verdad sobre él?
- [Eguía] Costa, creo que lo mismo que tú.
- ¿Entonces por qué coño miente?
- Mauro Gil es la pieza política.
Fernando García es el enlace con el banco.
- No puedes demostrar nada.
Y yo no quiero abrir ese melón.
¿Estamos?
- Estoy acostumbrado a recibir malas noticias.
- Lo que ya sabíamos, se está extendiendo.
- No puedo conseguir tanto dinero.
- Piensa en la Tere.
Piensa en la Tere.
- No te preocupes, tendrás tu dinero.
- La única solución es detener a Vega cuando se produzca el encuentro.
- Hola, Paula.
- ¿Estás acusando a Fernando García de prácticas ilegales sin pruebas?
- Pero a mi cliente no le interesó la denuncia.
- Pero sí le interesa un artículo.
- Estoy metida en un buen lío.
Un lío de verdaderos gordos.
- ¿Y qué necesitas?
- Te necesito a ti.
- ¿Qué haces?
¿No has cogido mi pendrive del cajón?
- Tienes estas imágenes de Paula.
- He hablado con Mauro Gil.
Cumplirá su parte del trato.
- ¿Te quedaste mal por el beso de ayer, cariño?
- Esto no es un juego, ¿vale?
Soy policía y te estoy haciendo preguntas.
- Sí, soy yo.
Va a salir acompañada por Bashir.
- Acaban de salir, los seguimos.
- Todo el mundo atento al contacto con el sospechoso.
- Vas a ir a casa y le vas a decir a papi y a mami que te caguen el dinero si hace falta, ¿mm?
- ¿Qué hace aquí?
- Lo he invitado yo.
- Creo que nos conocéis.
Ella es mi chica.
Laura, Paula.
Support for PBS provided by: